Yo estudié Medicina porque pensaba que los grandes ideales, valores y actos tenían lugar en esta profesión y en lo que la rodeaba.
En la Medicina, en las Ciencias de Salud y en el ámbito sanitario era donde estaban los buenos.
No significa que en otras no hubiera buenos, ni que en todas las profesiones no existan buenos y malos, pero en Medicina sólo había buenos.
La Medicina y lo relacionado con la protección de la salud de las personas era sagrado. Sólo la rectitud, la entrega y la ética tenían cabida en este oficio.
Yo creo que no soy mal chaval.
Soy obediente, estudioso, respeto a mis mayores, me cambio todos los días de ropa interior aunque nadie se entere, me hago la cama según me levanto e intento dejar fregado antes de irme a acostar.
A veces no ventilo o me olvido de cosas que me dicen los demás porque creo que son una chorrada y luego resulta que son importantes o me da pereza echarme crema hidratante aunque se me note en los brazos… Pero vamos, cosas sin mucha importancia.
A mí me gusta saber bien de mi trabajo, porque en mis manos está la vida de las personas. No solamente porque yo vaya a salvársela, que también, sino porque de una acción mal ejecutada bien por activa, bien por pasiva (omisión), se pueden derivar consecuencias deletéreas para mis pacientes.
No se trata de miedo, sino de responsabilidad.
Por eso creo que mi obligación es estudiar bastante.
Internet ha cambiado el mundo. El conocimiento se ha expandido y democratizado. Y en las redes sociales y en los blogs se aprenden continuamente cosas muy útiles para ejercer mejor la profesión.
En este sentido yo llevo interesado algún tiempo por unos fármacos que se llaman Condroprotectores, que se usan para el tratamiento de la artrosis. Tienen distintos compuestos químicos. Sus nombres comerciales más famosos son Xicil, Condrosan o Condrosulf.
Comencé a interesarme por ellos cuando conocí que los profesionales que se dedican a evaluar estos fármacos decían que su eficacia era escasa o nula, es decir, que no valían para nada o que valían para bien poco.
¿Cómo es posible que el Ministerio de Sanidad se gaste dinero (100 millones de euros anuales) en financiar unos fármacos que no valen #conlaqueestacayendo?
Seguro que había una buena explicación que se me escapaba.
Yo no sé analizar bien los estudios científicos. Leo un estudio y todavía no tengo la formación suficiente para saber qué defectos tiene, si el que lo escribe me engaña o no.
Yo lo digo, pero nos pasa a muchos médicos, sobre todo jóvenes. Los de la Industria Farmacéutica lo saben también, y además de saber esto saben mucho mejor que nosotros cómo vendernos algo. De ahí que es tan importante impedir (al menos en sede sanitaria, pública, y durante nuestra jornada laboral) los contactos entre la Industria Farmacéutica y los médicos, sobre todo los jóvenes, pues cualquier contacto en este sentido no es apropiado, y resulta perjudicial para la formación del médico.
Lo que sí que aprendí rápidamente es a darme cuenta de quiénes eran los que mejor sabían hacer este proceso de digestión de los estudios científicos.
Si tú no sabes, lo más lógico y mejor es que te adoses al que sabe y que le leas. Además debes asegurarte de que el que hace este trabajo no tiene ningún interés comercial más allá del de ganar su sueldo con él.
En este sentido, son conocidas y reconocidas entre la comunidad científica algunas personas y equipos por su buen hacer.
A saber:
Joan Ramón Laporte y equipo (Fundación Institut Catalá de Farmacologia):
“Los resultados de los ensayos clínicos publicados sobre glucosamina, condroitín sulfato, ácido hialurónico y diacereína en el tratamiento de la artrosis indican que, comparados con placebo, no mejoran el curso de la enfermedad.
Se conocen de manera imprecisa sus efectos adversos y la posibilidad de que intervengan en interacciones farmacológicas. La prescripción de alguno de estos medicamentos genera gastos injustificados para el paciente y para el sistema de salud y contribuye a complicar la terapia con el consiguiente incremento del riesgo de mala observancia de la medicación eficaz”.
Carlos Fernández Oropesa. Farmacéutico de Atención Primaria. Especialista en Farmacia Hospitalaria. Dirección-Gerencia del Servicio Andaluz de Salud.
“Como puede verse, las conclusiones sobre la seguridad y eficacia de estos productos se han ido tornando más negativas conforme se iban sumando nuevas evidencias a su expediente científico. A día de hoy, a nuestro entender, no creemos que haya una evidencia sólida que respalde la eficacia de estos productos y, aunque algunos estudios le otorgan cierto beneficio en términos de tratamiento del dolor, parece claro que son los estudios de mayor calidad metodológica en los que estos productos obtienen peores resultados”.
Cecilia Calvo Pita. Exfarmacóloga en el Servicio Balear de Salud. Su despido está en probable relación con haber escrito este informe en contra de dichos fármacos, debido a las presiones de la Compañía Farmacéutica que los comercializa sobre el por entonces Gerente del Servicio Balear de Salud.
“A pesar de los numerosos estudios que se han publicado sobre los SYSADOA, la evidencia que apoya su eficacia –tanto sintomática como estructural- es inconsistente y no permite recomendar su empleo en el tratamiento de la artrosis.
Sin embargo, tal y como hemos explicado, en las Islas Baleares la prescripción de este grupo de fármacos sigue creciendo.
En otros países de nuestro entorno, algunos SYSADOA están comercializados como suplementos dietéticos -no como medicamentos- y no están financiados por el sistema sanitario público. Como principio general, creemos que nuestro Sistema Nacional de Salud no debería financiar medicamentos de eficacia clínica dudosa y que podrían considerarse de utilidad terapéutica baja. Puede que este sea un buen ejemplo para aplicar el concepto de coste de oportunidad —tal y como recomienda el editorial de este número de El Comprimido— y pensar en el valor de los beneficios que rendiría la mejor alternativa que al final descartamos en la decisión de utilizar los SYSADOA. Esa mejor alternativa posiblemente sea la educación sanitaria del paciente y de sus familiares, el consejo dietético para perder peso y el tratamiento rehabilitador que favorezca la mejora de la capacidad funcional de los pacientes”.
También suele ser bastante ilustrativo del estado de opinión sobre una cuestión, fijarse en qué es lo que hacen los demás países, sobre todos aquellos que son bien conocidos por sus sistemas sanitarios.
Veamos Inglaterra.
Dice la guía NICE de osteoartritis: “el uso de glucosamina o de productos con condrotina no se recomiendan para el tratamiento de la artrosis”.
Otros países, como analiza “El Comprimido”:
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Australia: Glucosamina no está financiada. Forma parte de la sección de “Hierbas medicinales y complementarias”. Los magufillos deben tener una fuerte duda con este producto, por un lado es un fármaco de la lista negra y por otro es una hierba complementaria.
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EEUU: Glucosamina: suplemento nutricional. La Agencia Americana de Evaluación de Fármacos (FDA) dice que no hay ninguna evidencia de que Sulfato de Glucosamina o Condroitina valga para algo.
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Países Bajos: sulfato de glucosamina es suplemento dietético.
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Suecia: la glucosamina no se reembolsa. Los estudios no han sido capaces de demostrar un beneficio claro.
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Dinamarca: retira la glucosamina de la financiación. Todos sabemos que aunque desfinanciar parezca una postura de debilidad, realmente lo es de fortaleza.
Como en toda discusión científica hay que tener en cuenta todas las opiniones.
También las busqué. Me sorprendieron mucho dos cosas. La primera es que las opiniones que vertían los que tenían otros planteamientos acerca de los fármacos no es que vinieran a matizar lo expuesto anteriormente sino que lo contradecían en su totalidad. Veamos un ejemplo.
Nótese el siguiente truco en el vídeo.
Se le hace la segunda pregunta (¿Cuándo debería empezar a usarse los fármacos?) para que diga: no hay evidencia científica de que haya que utilizarlos para prevenir la artrosis.
Así piensas: – Joder, qué tío más legal e imparcial. Reconoce que hay ocasiones en las que no hay que usar los fármacos.
Es este caso el decir cuándo no hay que usarlos es un argumento que apoya el cuándo sí hay que usarlos, que es falso.
El pensamiento crítico no se debe ejercer evaluando solamente lo presente, sino también lo ausente. Los discursos no se deben juzgar por lo que dicen, sino por lo que callan.
De ahí que haya que destacar que no se le pregunte: ¿Cree usted que estos fármacos los debiera financiar el Sistema Público? Es que esa es la clave.
Esto se llama manipular.
Unas anotaciones respecto a las preguntas que se le hacen y las respuestas que da.
En cuanto al dolor, recojo del informe de Cecilia Calvo para “El Comprimido”.
“La mayoría de los ensayos clínicos se han realizado en artrosis de rodilla y han evaluado la mejoría de los síntomas y de la función articular en comparación con placebo. Los más antiguos tienen deficiencias metodológicas, entre las que destaca la aleatorización inadecuada de los sujetos. También hay sesgos en la selección de los pacientes, ya que en general no se incluyen los obesos ni los que padecen artrosis grave.
Para medir el grado de dolor suele emplearse la escala visual analógica en formato de escala Likert (ninguno, leve, moderado, grave y muy grave) o la escala lineal, graduada de 0 a 100 mm. También se utilizan los índices algofuncionales, como el de Lequesne, que valora el dolor y la capacidad funcional en una escala que va de 0 a 24 puntos, y la escala WOMAC, que evalúa los dominios de dolor, rigidez y capacidad funcional.
Es importante señalar que en los estudios publicados, los pacientes podían emplear libremente paracetamol o AINE para controlar el dolor, lo que enmascara la valoración de la eficacia analgésica intrínseca de los SYSADOA. En todo caso, los ensayos clínicos con los tres fármacos arrojan resultados negativos: en algunos, los SYSADOA no son eficaces; en el resto, la eficacia demostrada es de dudosa relevancia clínica”.
En cuanto al efecto regenerador del cartílago:
“Los ensayos que investigan la posible actividad condroprotectora de los SYSADOA evalúan el estrechamiento articular —medido por rayos X— como variable de cambios estructurales en el cartílago. Sin embargo, no está establecida la relación entre este parámetro radiológico y el dolor, la funcionalidad o la progresión de la enfermedad.
Los resultados que podrían demostrar la eficacia condroprotectora de los SYSADOA en el tratamiento de la artrosis son la reducción de la discapacidad, la disminución de la necesidad de artroplastia y el retraso en la realización de la cirugía de reemplazo. A pesar de ello, los ensayos clínicos publicados no miden este tipo de variables.
Así, en dos ensayos clínicos de tres años de duración, sulfato de glucosamina a dosis de 1.500 mg diarios demostró reducir en mayor medida que placebo el estrechamiento del espacio articular femorotibial en un total de 414 pacientes con artrosis de rodilla. En conjunto, a los tres años de tratamiento, la diferencia entre los resultados obtenidos por los grupos tratados con glucosamina y placebo fue favorable a la primera en 0,41 mm (IC 95% 0,21 a 0,60, p< 0,001), resultado que fue calificado por los autores como “entre pequeño y mediano efecto estructural”.
Un IMC superior a 27-30 kg/m2era considerado un criterio de exclusión de los estudios, por lo que éstos no incluyeron pacientes con obesidad; además, los pacientes presentaban mayoritariamente gonartrosis leve. En ambos casos, menos de dos tercios de los pacientes incluidos completaron el estudio. Por el contrario, en el ensayo en artrosis de cadera descrito más arriba no se encuentran diferencias entre glucosamina y placebo en el estrechamiento del espacio articular tras 24 meses de tratamiento.
En otro ensayo controlado con placebo se investigó la eficacia de sulfato de condroitina a dosis de 800 mg en la reducción el estrechamiento del espacio articular en 622 pacientes diagnosticados de artrosis. Tras dos años de tratamiento, el fármaco logró una reducción de 0,14 mm (IC 95% 0,06 a 0,21 mm, p< 0,0001), sin que esa diferencia en el espacio articular se tradujese al final del estudio en diferencias en el dolor de la articulación, medido como variable secundaria.
Diacereína también dispone de un ensayo clínico de larga duración en el que se evalúa la eficacia estructural, el estudio ECHODIAH.
Incluyó 507 pacientes con artrosis de cadera que recibieron 100 mg de diacereína o placebo durante tres años. Se definió la progresión radiográfica como la pérdida de al menos 0,5 mm en el espacio articular. Al final del estudio, el 50,7% de los pacientes tratados con el fármaco presentaron progresión radiográfica frente al 60,4% del grupo placebo (p=0,036). Este supuesto beneficio estructural de diacereína no se acompañó de una mayor eficacia sintomática, medida como reducción del dolor y mejoría de la capacidad funcional, motivo por el que se desconoce la relevancia clínica de los resultados obtenidos. Hay que tener presente que sólo finalizó el estudio el 55% de los pacientes; los abandonos se produjeron principalmente como consecuencia de los efectos adversos en el grupo de diacereína (diarrea) y a la ineficacia en el grupo placebo”.
Como veis, se trata de una auténtica burla científica.
Pero todo empeora si reparamos en una serie de detalles.
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El doctor que habla es miembro del Grupo de Aparato de Locomotor de la SOMAMFYC.
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El doctor que habla pertenece al Comité Científico del congreso en el que habla. El congreso en el que habla está patrocinado por el laboratorio (Bioibérica) que comercializa los fármacos de los que habla bien.
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El congreso en el que habla está organizado por el Instituto Palacios, que es el paradigma de la Medicina al servicio del marketing y de los intereses de la Industria Farmacéutica.
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La SOMAMFYC pertenece a la SEMFYC y a la SEMFYC la patrocina en algunas de sus actividades la empresa farmacéutica (Biobérica) que comercializa esos fármacos.
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Biobérica se jacta del aval de las sociedades científicas a unos fármacos que no valen para nada o casi nada.
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Biobérica se ha hecho con una cátedra en la Universidad Autónoma de Madrid.
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Esta semana se conocía que Diario Medico concedía un premio a un blog sobre condroprotección. ¿Quién lo editaba? Biobérica.
¿Tienen alguna relación Biobérica y Diario Médico? Claro. Yo te pongo publicidad en el periódico, tú me la haces a mí en tus páginas.
El Diario Médico es al periodismo médico lo que el Instituto Palacios es a la Medicina. Una empresa con apariencia de velar por los intereses de la Medicina que sólo vela por los de las empresas con los que tienen acuerdos. Estos intereses a veces coinciden con los de la Medicina, pero otras muchas no, como ésta, lo que hace que ese periódico no sea sino un panfleto publicitario.
Concluyendo.
La Medicina hoy no importa nada. No tiene ningún valor hacer las cosas basándose en la evidencia científica, en la racionalidad. No tiene ningún valor ofrecerle a nuestros pacientes unas soluciones basadas en pruebas científicas que demuestren su eficacia.
Evidentemente cada uno en su consulta hace lo que quiera. Y si yo no creo que los fármacos valgan para nada no los voy a prescribir.
Pero es desolador que sin tener una prueba de que los fármacos valgan, el Ministerio los financie y la empresa que los comercializa sea capaz de que se prescriban (y además bastante, Baleares como ejemplo: página 5) con una campaña de marketing feroz lanzada a través de la que se considera como prensa médica, Universidad, Sociedades Científicas o profesionales.
Es una vergüenza que España sea de los pocos países con buenos sistemas sanitarios que financie estos fármacos. Es una vergüenza que el empeño y los intereses de una empresa farmacéutica se imponga sobre las necesidades y la realidad del sistema sanitario público español.
Es una vergüenza que la Medicina se parezca cada vez más a territorios de depredación como la política o los sistemas financieros.
La Medicina, los grandes ideales que la construyeron como una ciencia grande, ya no valen nada.
En el contexto de esta crisis se está convirtiendo a un producto más del neoliberalismo, del capitalismo, a un mero objetivo empresarial, como la vivienda, como la dependencia… un nido para los especuladores y carroñeros.
Vamos a retroceder de sistema sanitario, pasando de uno de cobertura universal a otro de aseguramiento, se ha impuesto el modelo de gestión privada que tanto dinero y esfuerzo nos va a costar revertir a lo largo de decádas y décadas.
Ya es hora de que alguien os pare los pies.
A vosotros, a los aduladores, mamporreros y mercenarios de la Industria Farmacéutica que lleváis tantos años presionando de todas las maneras posibles para colocar vuestros productos inservibles en el mercado, a los que os bailan en agua en la AEMPS y se comportan irracionalmente, a todas las publicaciones que os hacen el juego y que domináis de una u otra manera, a los periódicos que sirven vuestros intereses, a los médicos que cabalgan a vuestros lomos a cambio de viajes, cheques, regalos, congresos internacionales, comidas… a las asociaciones de pacientes que también amordazáis o sacáis al ruedo a vuestra merced, a las Sociedades Científicas en las que aprovecháis la presencia y la imagen, el prestigio y el buen hacer de algunos profesionales para hacer vuestros negocios.
A todos los que hacéis esa Medicina de despacho y os repartís el jugoso pastel de la salud.
A vosotros que estáis degradando esta ciencia que es grande y milenaria y que a tanta gente ha ayudado.
A vosotros que se os llena la boca cuando decís la palabra paciente y que no os importa lo más mínimo.
A vosotros que bramaréis en los comentarios si es que leéis esto.
A vosotros que campáis a vuestras anchas por los Centros de Salud, Servicios de Urgencias, antequirófanos, pasillos.
A vosotros que vais desprendiendo aires de impunidad a vuestro paso.
Si pensáis que el estímulo de la defensa del bien común es una pulsión más débil que la defensa del interés de una empresa estáis equivocados.
Nuestra empresa se llama Servicio Público de Salud y sirve a la sociedad.
Y a vosotros os digo.
No creáis que os va a salir gratis y que nos vamos a quedar mirando mientras os lo lleváis calentito.
Aunque nos censuréis y tratéis de reprimirnos con toda vuestra maquinaria.
No nos vais a callar.
No vais a poder con nosotros.