Un iceberg de un tamaño equivalente a dos veces la isla de Manhattan se desprendió del glaciar de Petermann en Groenlandia, lo que podría acelerar el deshielo en las aguas del norte. Esta es la segunda vez en menos de dos años que de este mismo glaciar se desprende una isla de hielo. En 2010, se rompió otro gran pedazo que acabó en el mar.

La última ruptura fue captada por el satélite Aqua de la NASA, que pasa por encima del Polo Norte varias veces al día. “En esta época del año, siempre miramos el glaciar Petermann”, dijo Trudy Wohlleben, del Servicio Canadiense del Hielo, organismo que ha controlado el fenómeno, ya que puede generar grandes témpanos que invadan las rutas marítimas del Atlántico Norte. El gran iceberg de 2010 hizo exactamente eso, pero no causó daños.

El pasado martes, el satélite descubrió una brecha más grande entre el glaciar y el iceberg, y observó que los trozos de hielo más abajo se estaban separando. “La extensión flotante del glaciar se estaba derrumbando”, dijo Eric Rignot, de Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en un comunicado. Y agregó: “No se trata de un colapso, pero sin duda es un evento significativo”.

Algunos otros observadores como Andreas Muenchow de la Universidad de Delaware, no obstante, fueron más lejos y aseguraron que el desprendimiento “es dramático y preocupante”.

La ruptura de 2010 aceleró el movimiento del glaciar Petermann hacia el mar entre un 10% y un 20%. Esta enorme cantidad de hielo en aguas abiertas no tendrá un impacto inmediato en los niveles del mar, ya que el hielo ya era parte de una plataforma que estaba junto a la tierra pero que se extendía sobre el agua, al igual que un cubito de hielo que se derrite en un vaso de agua no eleva el nivel de agua en el vaso.

Los investigadores creen que el cambio climático es un factor importante en el estado actual del glaciar Petermann..

Se trata de un nombre nuevo para una época geológica nueva, definida por nuestro enorme impacto sobre el planeta. La marca perdurará en el registro geológico mucho después de que nuestras ciudades se hayan derrumbado.
El camino nos lleva arriba de una colina, a través de un arroyo rápido y luego más allá del esqueleto de una oveja. Según yo, está lloviendo, pero me dicen que aquí, en las tierras altas del sur de Escocia, esto solo cuenta como una llovizna ligera, o smirr. Justo pasando el último zigzag, hay una cascada, envuelta a medias en la neblina, y la saliente de una roca dentada que tiene franjas verticales, como la rebanada de un pastel de capas que se puso de lado. Mi guía, Jan Zalasiewicz, un estratígrafo británico, señala una ancha franja gris. “Aquí pasaron cosas malas”, dice.

La franja se formó hace unos 445 millones de años, cuando los sedimentos se apilaron lentamente sobre el fondo de un océano antiguo. Entonces la vida aún estaba confinada al agua en su mayoría, y atravesaba una crisis. Entre los dos bordes de la franja gris, de un metro de grosor, murieron cerca de 80 % de las especies marinas, muchas de las cuales eran criaturas que ya no existen, como los graptolitos. Esta extinción, conocida como Ordovícico Tardío, fue una de las cinco mayores en los últimos 500 millones de años. Coincidió con cambios extremos en el clima, en los niveles globales del mar y la química oceánica.
Los estratígrafos como Zalasiewicz suelen ser difíciles de impresionar. Su trabajo consiste en armar la historia de la Tierra a partir de pistas que se les pueden sacar a las capas de las rocas millones de años después de un suceso. Tienen una perspectiva de muy largo alcance sobre los acontecimientos, de los cuales solo los más violentos pueden dejar señales claras y duraderas y marcar los episodios cruciales de la historia de 4 500 millones de años del planeta, los momentos decisivos que se dividen en capítulos comprensibles.
De manera que resulta desconcertante enterarse de que muchos estratígrafos hayan llegado a pensar que los seres humanos somos un acontecimiento tan importante que solo en el último siglo o dos hemos alterado el planeta tanto como para marcar el comienzo de una nueva época: el Antropoceno. De pie bajo el smirr, le pregunto a Zalasiewicz cómo piensa que verán esta época los geólogos del futuro lejano. ¿La transición será moderada, como docenas de otras que aparecen en el registro, o será una franja muy marcada en la que pasaron muchas cosas malas, como la extinción masiva a finales del Ordovícico?

Eso, dice Zalasiewicz, es lo que estamos por determinar.
La palabra “antropoceno” fue acuñada por el químico holandés Paul Crutzen hace alrededor de una década. Un día Crutzen, que comparte un Premio Nobel por descubrir los efectos de los compuestos que reducen el ozono, estaba en una conferencia científica. El presidente de esta mencionaba de manera constante el Holoceno, la época que comenzó al final de la última era de hielo, hace 11 500 años, y que –al menos oficialmente– continúa hasta este día. “‘Acabemos con esto –recuerda haber espetado Crutzen–. Ya no estamos en el Holoceno. Estamos en el Antropoceno’. Y bueno, la sala se quedó en silencio por un buen rato”. Cuando el grupo hizo un descanso para tomar café, el Antropoceno se convirtió en el tema principal de la conversación. Algunos sugirieron que Crutzen registrara los derechos de la palabra.
Mucho tiempo atrás, en los años setenta del siglo xix, un geólogo italiano de nombre Antonio Stoppani propuso que la gente había introducido una nueva era y la denominó Antropozoico. La propuesta de Stoppani fue ignorada; otros científicos la hallaron poco científica. En contraste, el Antropoceno sí hizo eco. El impacto humano en el mundo se ha hecho mucho más obvio desde los días de Stoppani, en parte debido a que el tamaño de la población casi se ha cuadruplicado a cerca de 7 000 millones. “El patrón del crecimiento demográfico en el siglo xx se dio a una tasa más bacteriológica que primate”, escribió el biólogo E.O. Wilson. Wilson calcula que la biomasa humana es 100 veces mayor que la de cualquier otra especie de animales grandes que haya existido alguna vez sobre la Tierra.

En 2002, cuando Crutzen reportó la nueva idea del Antropoceno en la revista Nature, los investigadores de una amplia gama de disciplinas adoptaron el concepto de inmediato. Pronto comenzó a aparecer regularmente en la literatura científica.
Al principio, la mayoría de los científicos que usaban el nuevo término no eran geólogos. A Zalasiewicz, uno de ellos, lo intrigaron las discusiones. “Noté que el término aparecía en la literatura seria, sin comillas y sin connotación irónica”, dice. En 2007, Zalasiewicz era presidente de la Sociedad Geológica de la Comisión Estratigráfica de Londres. Durante una junta, decidió preguntar a sus colegas qué pensaban del Antropoceno. Veintiuno de los 22 pensaban que el concepto tenía mérito. El grupo acordó verlo como un problema formal en la geología. ¿Cubriría el Antropoceno los criterios utilizados para nombrar una nueva época? En lenguaje geológico, las épocas son periodos relativamente cortos, aunque pueden extenderse por decenas de millones de años (los periodos, como el Ordovícico y el Cretácico, duran mucho más, y las eras, como la Mesozoica, aún más). Las fronteras entre las épocas se definen por los cambios que se preservan en las rocas sedimentarias: como la aparición de un tipo de organismo comúnmente fosilizado o la desaparición de otro. Pero, por supuesto, el registro en roca de la época actual aún no existe. De manera que la cuestión era: ¿cuando este exista, el impacto humano será “significativo estratigráficamente”? El grupo de Zalasiewicz decidió que la respuesta era sí, aunque no necesariamente por las razones que uno esperaría.
Probablemente, la forma más obvia en que los humanos están alterando el planeta es construyendo ciudades, que esencialmente son vastas extensiones de materiales hechos por el hombre: acero, vidrio, concreto y ladrillo. Pero resulta que la mayoría de las ciudades no son buenas candidatas para la conservación a largo plazo por la sencilla razón de que están construidas sobre la tierra, y en la tierra las fuerzas de la erosión tienden a ganarle a las de la sedimentación. Desde una perspectiva geológica, los efectos humanos visibles con mayor claridad en el paisaje hoy día “podrían en cierta forma ser los más pasajeros”, ha observado Zalasiewicz.

Los humanos también han transformado el mundo mediante el cultivo; más o menos 38 % de la tierra libre de hielo del planeta está dedicada a la agricultura. En este ámbito, también, algunos de los efectos que parecen más importantes actualmente solo dejarán rastros imperceptibles a lo mucho.
Es probable que los futuros geólogos comprendan la escala de la agricultura industrial del siglo xxi a partir del registro del polen: de las extensiones monocromáticas de polen de maíz, trigo y soya, que habrán remplazado las variaciones en el registro que dejan los bosques tropicales o las praderas.
La estandarización de los bosques del mundo enviará al menos dos señales codificadas a los futuros estratígrafos, aunque descifrar la primera puede ser engañoso. Las enormes cantidades de suelo erosionado de la tierra deforestada están aumentando la sedimentación en algunas partes del mundo, pero al mismo tiempo las presas que hemos construido en la mayoría de los principales ríos del mundo retienen el sedimento que de otra manera se arrastraría hasta el mar. La segunda señal de deforestación debería develarse más claramente. La pérdida del hábitat forestal es una causa principal de las extinciones, que ahora suceden a un índice cientos, o incluso miles, de veces más alto que durante la mayor parte de los últimos 500 millones de años.
Probablemente, el cambio más significativo, desde una perspectiva geológica, es uno que nos resulta invisible: el cambio en la composición de la atmósfera. Las emisiones de bióxido de carbono son incoloras, inodoras y, en términos de inmediatez, inofensivas. Pero sus efectos de calentamiento fácilmente podrían llevar las temperaturas mundiales a niveles que no se han visto en millones de años. Algunas plantas y animales ya están extendiendo sus territorios hacia los polos, y esos cambios dejarán rastros en el registro fósil. Algunas especies no sobrevivirán el calentamiento. Y el aumento de las temperaturas podría elevar el nivel del mar seis metros o más.
Es probable que mucho tiempo después de que nuestros autos, ciudades y fábricas se hayan convertido en polvo, las consecuencias de quemar carbón y petróleo equivalente a miles de millones de toneladas sean claramente ostensibles. El bióxido de carbono calienta el planeta y, al mismo tiempo, se cuela en los océanos y los acidifica. En algún momento de este siglo serán tan ácidos que los corales ya no podrán construir arrecifes, lo que se registrará geológicamente como “un hiato de arrecifes”. Estos hiatos han marcado cada una de las últimas cinco extinciones masivas principales. La más reciente, que se cree fue causada por el impacto de un asteroide, tuvo lugar hace 65 millones de años, al final del periodo Cretácico; no solo eliminó a los dinosaurios, sino también a los plesiosaurios, los pterosaurios y los ammonoideos. La escala de lo que les está sucediendo ahora a los océanos es, de acuerdo con muchos expertos, incomparable desde entonces. Para los geólogos futuros, dice Zalasiewicz, nuestro impacto podría parecer tan repentino y profundo como el de un asteroide.
Si en efecto hemos entrado en una nueva era, ¿cuándo comenzó exactamente? ¿En qué momento aumentaron los impactos humanos al grado de tener importancia geológica?
William Ruddiman, paleoclimatólogo de la Universidad de Virginia, ha propuesto que la invención de la agricultura hace unos 8 000 años, y la deforestación que resultó de ello, llevaron a un aumento tan grande en el CO2 atmosférico como para aplazar lo que de otra manera hubiera sido el comienzo de una nueva era de hielo; en su opinión, los humanos han sido la fuerza dominante en el planeta prácticamente desde el inicio del Holoceno. Crutzen ha sugerido que el Antropoceno comenzó a finales del siglo xviii, cuando, como indican las muestras de hielo, los niveles de bióxido de carbono dieron inicio a lo que resultó ser un aumento ininterrumpido. Otros científicos sitúan el inicio de la nueva época a mediados del siglo xx, cuando las tasas demográficas y de consumo se aceleraron rápidamente.
Zalasiewicz dirige ahora un grupo de trabajo de la Comisión Internacional de Estratigrafía (ics, por sus siglas en inglés), que tiene la tarea de determinar oficialmente si el Antropoceno merece ser incorporado a la escala geológica de tiempo. Para la decisión final se requieren votos tanto del ics como de su organización madre, la Unión Internacional de Ciencias Geológicas. Es posible que el proceso tome años. Conforme se alarga, la decisión bien podría volverse más fácil. Algunos científicos sostienen que no hemos alcanzado el inicio del Antropoceno, no porque no hayamos tenido un impacto dramático en el planeta, sino porque es probable que las siguientes décadas resulten ser más significativas estratigráficamente que los siglos pasados. “¿Decidimos que el Antropoceno ha llegado o esperamos 20 años, cuando las cosas serán aún peores?”, dice Mark Williams, geólogo y colega de Zalasiewicz de la Universidad de Leicester, en Inglaterra.

Crutzen, quien comenzó el debate, piensa que su verdadero valor no está en las revisiones a los libros de texto de geología. Su propósito es más amplio: quiere que centremos nuestra atención en las consecuencias de la acción colectiva y en cómo podríamos todavía evitar lo peor. “Lo que espero –dice– es que el término ‘antropoceno’ sea una advertencia para el mundo”.

Elizabeth Kolbert/Revista National Geographic

El firmamento será siempre azul, y la tierra perdurará y reverdecerá en primavera.
Pero tu hombre, ¿Cuánto tiempo vivirás? Li-Tai-Po

El tsunami que se abalanzó sobre buena parte de la costa japonesa y la posterior crisis nuclear que desató la destrucción, atrajeron la atención del mundo que veía, en vivo y en directo, como la sofisticada y culta Japón, la tercera economía del mundo, no podía hacer nada ante la fuerza desatada de la naturaleza:

“Una ola monstruosa que venía de los abismos del agua iba barriendo y arrasando los litorales japoneses y convirtiendo en escombros las ciudades, estrellando los barcos contra los puentes, arrancando las casas como trozos de papel, moliendo en su trituradora automóviles, bosques, barrios, piedras, metales, máquinas y seres humanos”.

Ese remezón sacudió también a la humanidad entera, testigo inerme de una especie de catástrofe planetaria.

Pasados los días, llorar ante la leche derramada no sirve de nada. “Con cada vida vuelve toda la historia”. Lo que la humanidad debe preguntarse ante estos terribles sucesos es qué estamos haciendo los habitantes del globo terráqueo, que constatamos asombrados, casi a diario, en todos los confines, reclamos violentos de tierra, en forma de cataclismos, terremotos, tsunamis, veranos e inviernos prolongados, con temperaturas extremas y sus consecuentes desplazamientos y pérdidas de vidas humanas por centenares de miles,.

Nos recuerda que hoy somos tan numerosos sobre esta tierra sedienta y acotada que prácticamente cualquier cosa que hagamos en cuanto a construcción de centrales nucleares, consumo de energía fósiles, en la agricultura, en la industria, en la construcción de las ciudades, en los modelos de desarrollo predominantes de la exacerbada aldea global, que no tenga en cuenta los límites de la naturaleza, perjudica la vida salvaje de la tierra, y con ello, se pone en peligro la supervivencia de la civilización.

El debate que se ha desatado en torno a la viabilidad o no de la producción de electricidad en base a plantas nucleares es un buen síntoma de la reflexión que debemos emprender en torno al futuro, que contenga nuestra relación con la naturaleza. Lo que está claro y ojalá no se ahogue en “las frías aguas del cálculo egoísta”, apenas pase el boom de los titulares de prensa de la tragedia japonesa, como hasta ahora ha pasado, es que es urgente revisar a fondo el actual sistema económico de las libertadas absolutas del mercado, incompatible con la sostenibilidad ambiental del planeta.

La humanidad no puede seguir con un sistema basado en la extracción y producción de energías fósiles que generan 37.000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, origen del calentamiento global que aumenta la temperatura de la tierra, derrite los páramos, eleva el nivel del mar, presiona las capas tectónicas, desertifica territorios enteros, base de nuestras tragedias actuales.

El alarmante incremento del nivel del mar podría afectar la habitabilidad de Nueva York, Shanghai, Miami, Holanda en su totalidad, la costa de la India y Bangladesh. En Colombia podría comprometer 72 poblaciones, entre ellas, Cartagena, Santa Marta, Tumaco. San Andrés desaparecería en un 17%.4 En la actualidad, la emisión de gases efecto invernadero (GEI) concentrados en la atmósfera ronda las 390 partículas por millón, la cifra más alta en millones de años.5 Para el 2050, al ritmo de emisión del presente, los niveles de CO2 alcanzarían las 600 partes por millón, un nivel cuyos efectos podrían ser irreversibles.

La humanidad no puede seguir con una economía que considera la oferta de la naturaleza gratis, al decir de Juan Bautista Say, uno de los epígonos de la economía clásica, para quien ¨Las riquezas naturales son inagotables porque de lo contrario no las obtendríamos gratuitamente. Como no pueden ser multiplicadas ni agotadas, no son objeto de las ciencias económicas¨, ciencia que mide la producción solo en términos monetarios, que produce la falacia del enriquecimiento cuando lo que realmente ocurre es una enorme degradación ambiental.

Para John Kenneth Galbrait, el nivel, la composición y la extrema importancia del Producto Interior Bruto (PIB) están en el origen de una de las formas de mentira social más extendida y señala que el PIB-per cápita es una mentira porque supone que su medición entraña una renta equitativa.

La humanidad no puede continuar con una economía que produce injustas y profundas desigualdades sociales, que concentra la riqueza en forma bochornosa, que estimula un consumismo desbordado y antiético, que reemplazó la ética del trabajo por la estética del consumo, que coloca la ganancia por encima de cualquier consideración de la preservación de la naturaleza y la especie humana.

Esta afirmación puede corroborarse en el hecho criminal, desde el punto de vista ambiental, de que la industria del automóvil estimuló el desmonte de los ferrocarriles como sistema de carga y de pasajeros. El automóvil es el capitalismo sobre ruedas. Para mal del medio ambiente, el automóvil y el petróleo están íntimamente ligados. En la actualidad circulan por el mundo 800 millones de autos. Para el 2030, de seguir la tendencia serán, casi el doble.

Y en el presente, en que los enormes intereses de la industria petrolera han desestimulado y frenado el desarrollo de energías alternativas, de tan urgente aplicación.

En síntesis, lo que pone en evidencia las duras advertencias de Naturaleza es que el sistema económico prevaleciente es incongruente con la preservación de la naturaleza. ¨El nacimiento de la mecanización y la industria moderna….fue seguido de una irrupción violenta semejante a una avalancha por su intensidad y extensión.

Todos los límites de la moral y la naturaleza, la edad y el sexo, el día y la noche fueron superados. El capital celebró sus orgías¨. Y en esas estamos, con todas sus consecuencias. El hombre contemporáneo está a tiempo de corregir el rumbo al borde del abismo.

Disfrutar de la sensación de ingravidez que produce flotar en el agua hipersalina de este balneario natural y untarse el cuerpo con su aceitoso barro será un lujo del que no podrán disfrutar las próximas generaciones, según los expertos.

Las aguas del Mar Muerto descienden al vertiginoso ritmo de un metro por año, lo que podría hacerlo desaparecer en tan sólo cuatro décadas, afirman.
Sin embargo, otros predicen que nunca dejará de existir, gracias a los aportes de aguas subterráneas, aunque se encogerá hasta tener tan sólo el 30 por ciento de los 625 kilómetros cuadrados que ahora ocupa.
os grupos de defensa del medio ambiente denuncian que ni Israel, ni Jordania ni la Autoridad Nacional Palestina hacen nada por conservar el lugar más bajo del planeta (situado a 416 metros bajo el nivel del mar), famoso por sus propiedades saludables y cosméticas y que disfruta de una radiación solar única y una densidad de oxígeno aumentada.
“El mayor problema del Mar Muerto es que ya no recibe apenas agua del Jordán. Frente a los 1.300 millones de metros cúbicos al año que recibía en los años cincuenta, ahora sólo llegan unos 50 millones”, explica a Efe Mira Edelstein, portavoz de la ONG Amigos de la Tierra Oriente Medio.
El deterioro en las últimas décadas ha hecho que la parte norte y sur del gran lago salino hayan quedado totalmente desconectadas.
“De hecho, podemos hablar de que sólo queda la parte norte, porque el sur son sólo piscinas industriales para la recolección de minerales”, asegura.
Las empresas responsables de los estanques multiplican los problemas de este lago salino sin igual en el planeta.
No sólo extraen el potasio y otros minerales, disminuyendo su concentración, sino que utilizan para ello las piscinas de desecación, una técnica muy intensiva en agua que les obliga a sustraer el líquido de la parte norte del lago.
Además, no limpian el sedimento que queda depositado en el fondo de los estanques, lo que hace aumentar su nivel veinte centímetros cada año.
Esto eleva el nivel del agua en esa parte, lo que ha puesto en riesgo la supervivencia de una quincena de hoteles de lujo situados en su orilla.
“La cuestión de los hoteles es una línea roja para las autoridades, ha sido lo que ha hecho que al Gobierno empiece a preocuparle la situación”, explica Eldestein.
El sistema judicial del país también ha empezado a lidiar con el asunto y, la semana pasada, ordenó a las explotaciones industriales que retiren el sedimento que se ha acumulado desde hace años.
Amigos de la Tierra, Salvar Nuestro Mar y otras organizaciones medioambientales que luchan por conservar el lago centran su estrategia en tres aspectos.
“Lo más importante es rehabilitar el río Jordán y devolverle parte de su caudal, lo que se puede hacer disminuyendo el agua que se deriva simplemente con optimizar su uso. También hay que obligar a las empresas contaminantes a que limpien lo que han contaminado y exigirles que utilicen métodos de extracción menos dañinos, como la tecnología de membranas”, dice la portavoz ecologista.
Según ella, la recuperación de un tercio del flujo histórico de este bíblico río permitiría rehabilitar el Mar Muerto.
La tercera de las estrategias es conseguir que la UNESCO declare el lugar como Patrimonio Nacional de la Humanidad, lo que exigiría la aprobación de planes de gestión conjuntos.
Perder el Mar Muerto “sería una catástrofe”, advierte Eldestein. Ello no sólo supondría la desaparición de un ecosistema único, sino que también tendría serias consecuencias económicas -por la pérdida de uno de los destinos turísticos más importantes de la región- y políticas, puesto que es una frontera entre Israel y Cisjordania de un lado y con Jordania de otro.

(Londres, 7 de mayo – EFE).- El metano que los dinosaurios herbívoros emitían a través de sus flatulencias pudo causar el calentamiento del planeta hace 150 millones de años, según concluye un estudio divulgado hoy en el Reino Unido.

La investigación, realizada por un grupo de científicos de universidades británicas y publicado en “Current Biology”, calcula que los dinosaurios gigantes herbívoros -saurópodos- podían emitir conjuntamente hasta 520 millones de toneladas anuales del gas con efecto invernadero.

Para hacer el cálculo, los expertos analizaron la proporción de metano emitida por los herbívoros actuales, como vacas y otro tipo de ganado, según su biomasa.

Después, trasladaron esa relación a los dinosaurios herbívoros del mesozoico, como el Brontosaurio o el Diplodocus, que medía 45 metros y pesaba más de 45 toneladas.

Se estima que en esa época prehistórica la temperatura del planeta era unos 10 grados superior a la actual.

Los autores del estudio creen que los dinosaurios, al igual que ocurre con las vacas, tenían en sus aparatos digestivos unas bacterias que les ayudaban a hacer la digestión y que generaban metano al fermentar las plantas.

“Un simple modelo matemático sugiere que los microbios que vivían en los dinosaurios saurópodos pudieron haber producido suficiente metano para tener un efecto importante en el clima del mesozoico”, afirma el director del estudio, Dave Wilkinson, de la universidad John Moores de Liverpool.

“De hecho, nuestros cálculos indican que estos dinosaurios pudieron producir más metano que todas las fuentes de metano actuales juntas, naturales o creadas por el hombre”, añadió.

Las actuales emisiones de metano se cifran en unos 500 millones de toneladas al año, frente a los 181 millones de toneladas que se calcula que se emitían antes de la era industrial, que empezó hace unos 150 años.

Londres, 2 may (EFE).- El cambio climático provoca un adelanto mayor del previsto en los ciclos vitales de las plantas como la floración, que se produce ahora días antes que hace 30 años, según un estudio publicado hoy en la revista científica “Nature”.

Las plantas están adelantando sus ciclos vitales para adaptarse al incremento global de las temperaturas pero la metodología de las investigaciones utilizada hasta ahora había subestimado la magnitud de estos cambios, según un equipo científico de la Universidad de California (EEUU), liderado por la bióloga Elizabeth M. Wolkovich.

Wolkovich analizó la fenología -relación entre los factores climáticos y los ciclos de las plantas- de 1.634 especies vegetales de cuatro continentes, mediante una combinación de observaciones a largo plazo, experimentos a pequeña escala y la recopilación de los resultados de 50 estudios previos.

Los ciclos de las plantas son determinantes para el resto del medio ambiente y afectan, por ejemplo, a la actividad de los insectos polinizadores, los ciclos nutritivos de la tierra o el régimen de lluvias. Su estudio ha cobrado más importancia en los últimos veinte años.

En las observaciones a largo plazo, las plantas adelantaban su floración una media de entre cinco y seis días por cada grado centígrado que se incrementaba la temperatura, lo que sucedía en distintos hábitats y especies, explicó la investigadora a Efe.

“En los sistemas de clima templado, la mayoría de las especies adelantaban la aparición de sus hojas y su floración en respuesta al calentamiento, algunas lo retrasaban y unas pocas permanecían sin cambios”, afirmó Wolkovich.

Según su investigación, las especies que más tienden a cambiar sus ciclos son las plantas que germinan y sucumben en un mismo año y las que florecen al comienzo de la primavera, mientras que las perennes y las de floración más tardía son más resistentes.

En los últimos veinte años, el método más frecuente para estudiar la reacción de las plantas al incremento de las temperaturas consistía en experimentos a corto plazo en los que se sometía a distintas especies a un calentamiento artificial y se extrapolaba su reacción al largo plazo.

Los resultados indicaban que las plantas adelantaban sus ciclos entre 1,9 y 3,3 días por cada grado centígrado que subía la temperatura.

Sin embargo, según Wolkovich, estos experimentos subestimaban la respuesta de las plantas al cambio climático y no tenían en cuenta factores medioambientales que afectan a sus ciclos, como la fecha en la que comienzan a derretirse las nieves.

Por ello, esta bióloga considera necesario mejorar la metodología y llevar a cabo más observaciones a largo plazo.

“Entender cómo el cambio climático altera los ciclos de vida de las plantas nos permitirá predecir de forma más precisa el impacto de esos cambios sobre los ecosistemas y la disponibilidad de algunos recursos naturales vitales para el ser humano”, subrayó Wolkovich.

Foto: Christopher Kopp/ EFE

En un informe de gran trascendencia publicado en 2006 y que lleva su nombre, el británico Stern hizo ver el calentamiento global como algo más que una preocupación de los ministerios de medio ambiente y los ecologistas del planeta, sino como un problema económico, en el que deben pensar las empresas y los ministerios de finanzas.

Stern, que pasó a formar parte de la Cámara de los Lores en Londres por su labor, considera momentos de crisis también momentos de transformación.

‘Tenemos que comenzar una revolución industrial energética’, dijo en una entrevista en Puerto Ayora, la mayor ciudad de las Islas Galápagos, donde hoy participará en una conferencia sobre el tema.
‘Esa es la buena noticia, porque las revoluciones industriales están llenas de descubrimientos, creatividad, crecimiento e inversión’, añadió Stern, que opina que América Latina puede convertirse en una gran fuente de biocombustibles para el mundo.
Stern preconiza una recuperación económica mundial ‘baja en emisiones’ y por ello cree que Estados Unidos y la Unión Europea han cometido un ‘gran error’ al enfocarse solo en controlar los déficit y la deuda, lo que al final de cuentas tampoco han hecho muy bien, a su juicio.
En comparación, China impulsó en 2009 una reactivación basada en la ‘economía verde’, según Stern, quien opina que ‘el crecimiento con bajas emisiones de carbono es el único crecimiento viable del futuro’.
Stern reconoce que China contaba con unas finanzas mucho más boyantes que Europa o Estados Unidos antes de entrar en la crisis, lo que le dio mucho más margen de maniobra.
En cambio, en su afán por sanear las cuentas públicas países como España, Francia, Reino Unido y Alemania han anunciado reducciones en algunos subsidios a las energías ‘limpias’, unas medidas que Stern calificó como ‘inmaduras’ y como ‘cambios mal concebidos’.
Él cree que invertir en esas industrias es un negocio seguro, porque la mitigación del cambio climático es ineludible.
Seis años después de que liderara el grupo de expertos que elaboró el estudio conocido como ‘Stern’ por su apellido, que fue encargado por el Gobierno británico, la situación del planeta es peor que lo que ellos anticiparon.
El deshielo en el Ártico es más rápido que lo previsto y por ende también la subida del nivel de los océanos, por ejemplo.
Los efectos en cadena del calentamiento global quedan patentes en las Islas Galápagos, donde se anticipan más lluvias, lo que significa una ventaja para plantas y animales ‘invasivos’, y nuevos peligros para las especies ‘endémicas’, es decir, que solo existen allí, como varias especies de tortugas gigantes e iguanas.
En el sur de Europa el cambio climático trae la desertización, mientras que el bosque amazónico podría ‘colapsar’, según Stern.
En su informe calculó que el costo de estabilizar el volumen de gases que generan el efecto invernadero sería del 1% del Producto Interno Bruto (pib) mundial al año. Ahora cree que ha subido al 2%, debido en parte a la falta de acción desde 2006.
‘Nos acusaron de ser alarmistas, pero a mi juicio subestimamos los riesgos’, dijo Stern, quien mencionó que la capacidad de absorción de dióxido de carbono del planeta es menor de lo calculado y la contaminación sigue subiendo.
En 2010 las emisiones se incrementaron un 5%, pese a la crisis mundial, debido en gran medida al alto crecimiento en países emergentes como China, India y Brasil.
El informe calculaba que si el ser humano no hacía nada para frenar el calentamiento global, la economía mundial iba a perder entre el 5 y el 20 % del pib.
En medio de este panorama atemorizador también hay señales esperanzadoras, en opinión de Stern.
La tecnología ha avanzado en los últimos seis años más rápidamente que lo pronosticado y, por ejemplo, el costo de producción de la energía solar y eólica ha caído de forma exponencial, según apuntó.
‘No hay que escoger entre el desarrollo de la riqueza humana y el medio ambiente. Tenemos que encontrar una manera de tener ambos’, remarcó Stern.

En las impresionantes imágenes se observa cómo los rayos caen constantemente en Nuevo México, EE UU, durante más de diez minutos muy cerca de la zona poblada.

Más de 200 personas mueren al año en los Estados Unidos por la caída de los rayos y Nuevo México es el estado con más fallecidos.

31 de enero de 2012: El invierno pareciera haberse retrasado este año en algunas partes de Estados Unidos. Las nevadas, hasta ahora, han sido pocas en lugares que usualmente para esta época del año ya están cubiertos de nieve.

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Tony Phillips, de California, quien es aficionado a los trineos jalados por perros, posa con su nuevo trineo cerca de Mammoth Mountain. Durante el invierno (boreal) de 2011, este mismo lugar estaba cubierto por varios metros de nieve; en 2012, es un terreno seco. [Ver video]

Aquí hay un buen ejemplo. “El parque para esquiadores de Mammoth Mountain, en la Sierra de California, recibió una cantidad de nieve superior a los 5 metros (200 pulgadas) el pasado mes de diciembre”, dice el climatólogo Bill Patzert, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA. “Este diciembre, no han caído ni 25 centímetros (10 pulgadas)”.

Las temperaturas también han variado mucho. Se registraron 583 nuevos récords de calor en los primeros cinco días de enero en Estados Unidos.

“En Los Ángeles, hace 30 °C (86 °F) hoy [miércoles 4 de enero]”, dice Patzert. “¡Todo el mundo piensa que es julio (mes de verano en el hemisferio boreal)! De hecho, hace más calor hoy en Los Ángeles que el 4 de julio del año pasado. Y, en las Dakotas, la temperatura ha fluctuado entre los 15 y 20 °C (60 y 70 °F)”.

El 5 de enero, en Bismark, Dakota del Norte, se registró una temperatura de 17 °C (62 °F) —lo que es marcadamente diferente del promedio histórico de -5 °C (23 °F) para esa fecha. En Denver, Colorado, la temperatura fue de 19 °C (66 °F), cuando usualmente está cerca de 0 °C (40 °F) en esa fecha.

¿Qué está sucediendo? Patzert identifica a dos culpables: La Niña y la Oscilación Ártica (OA, por su sigla en idioma español).

“Antes que nada”, explica, “estamos experimentando un patrón de la temperatura de la superficie marítima en el Océano Pacífico debido a La Niña. Este patrón impulsa la corriente de chorro y el aire frío del Ártico hacia el Norte”.

“Además de todo eso, la Oscilación Ártica ha sido más fuerte este año”.

La Oscilación Ártica es una diferencia de presión que actúa de manera similar a un “sube y baja”, y que tiene lugar entre el Ártico y en otras latitudes más bajas. Cuando esta diferencia de presión es alta, se forma un remolino de aire alrededor del Polo Norte. El año pasado, el movimiento del remolino fue más débil, permitiendo de este modo que el aire frío escapara de las regiones polares y se moviera en dirección sur hacia Estados Unidos.

“Este año, el remolino ha sido más potente y ha acorralado al aire frío, manteniéndolo más cerca del polo. Esto ha reforzado el impacto de La Niña”.

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(izquierda) Efectos de la fase positiva de la Oscilación Ártica; (derecha) efectos de la fase negativa de la Oscilación Ártica (figuras provistas por cortesía de J. Wallace, Universidad de Washington)

Mientras que la acción de acorralamiento de la Oscilación Ártica ha mantenido alejada a la nieve en partes contiguas de Estados Unidos, ha traído una cantidad adicional de nieve a las zonas interiores del remolino.

“La Oscilación Ártica fuertemente positiva ha mantenido a la Corriente de Chorro en el Norte”, dice Patzert. “En cambio, hay tormentas que llevan una gran cantidad de nieve hacia Alaska”.

Cordova, un pequeño pueblo costero localizado a unos 240 kilómetros (150 millas) de Anchorage, ha sufrido particularmente estas tormentas. Más de 5,5 metros (18 pies) de nieve han caído este invierno, hasta la fecha. Los depósitos para nieve están al tope, los caminos se han convertido en “cañones de nieve” de un solo sentido y los voluntarios de la Guardia Nacional han sido enviados a estos lugares para ayudar a los residentes a quitar toda esa nieve con palas.

Incluso los amantes de las nevadas en latitudes más bajas no quieren tanta nieve, aunque sí les gustaría ver al menos un poco.

“Tengan paciencia”, recomienda Patzert. “No hemos llegado a la parte más intensa del invierno. No se apresure a vender su trineo nuevo. Queda aún bastante tiempo para que nieve. Esto no se acaba hasta que los Huskies Siberianos canten”.

Missing Snow (AO index, 558px)

Hasta ahora, en el invierno (boreal) de 2011-2012, el “Índice de la Oscilación Ártica (OA)” se ha mantenido positivo la mayoría de las veces, lo que es señal de una fuerte Oscilación Ártica. “Compare éste con el Índice de la OA negativo del año pasado y verá la diferencia entre los dos inviernos”, destaca Patzert.
Créditos y Contactos
Autor: Dr. Tony Phillips
Funcionaria Responsable de NASA: Ruth Netting
Editor de Producción: Dr. Tony Phillips
Traducción al Español: Carlos Román Zúñiga
Editora en Español: Angela Atadía de Borghetti
Formato: Carlos Román Zúñiga
El mundo se transforma a pasos acelerados. La NASA, trató de reflejar el cambio de la temperatura global desde 1880 hasta la fecha en un video en que se visualiza a través de colores los años más fríos o calientes.

Un dato que se desprende del trabajo realizado por la NASA, es que nueve de los diez años más calientes de la historia se registraron en el período 2000-2011.

Video: La temperatura global, a lo largo de los años

James E. Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales en Nueva York, dijo: “Sabemos que el planeta está absorbiendo más energía que la que está emitiendo. Por lo tanto, seguiremos viendo una tendencia hacia temperaturas más altas“.

Según los expertos de la ONU , los gases de efecto invernadero, que están presentes de forma natural en la tierra, aumentaron desproporcionadamente durante 150 años desde la era industrial.

A medida que crecen las poblaciones y los niveles de vida, aumenta el nivel acumulativo de emisiones de gases de efecto invernadero.

En diciembre de 2011, mientras los representantes de 194 países se reunían en Durban, Sudáfrica, en la Convención Mundial de Cambio Climático de la ONU, para elaborar un plan de acción de reducción de gases tóxicos en un acuerdo jurídicamente vinculante, la Organización Mundial de Meteorología (OMM) difundió un estremecedor informe sobre el incremento de la temperatura de la Tierra en los últimos años: 2011 tuvo las décimas temperaturas más altas desde que comenzaron los registros en 1850. Y de los 13 años más cálidos se produjeron sin excepciones en los últimos 15, desde 1997..